No puedo. No puedo dormir. Menos mal que que queda poco para levantarme. Eran las 7 de la mañana. Me había pasado la noche llorando, y aún no podía parar de hacerlo. Seguramente mis ojos parecerían bolas de billar, de lo hinchados que debían estar. No quiero ni pensar que diría mamá cuando me viera. Decidí levantarme diez minutos antes para maquillar esos ojos. Al final conseguí disimularlos un poco, pero es muy difícil de engañar a una madre. Me puse la ropa que había dejado preparada sobre la silla: mis pitillos negros y mi camiseta roja de tirantes, a juego con mis converse rojas. Me vestí despacio, parece mentira que fuera mi último día aquí por mucho tiempo. En unas horas dejaría toda mi vidas a un lado. Por una parte me jodía, pero después recordaba el daño que Mike consiguió hacerme la noche anterior. Lo quería demasiado, si, lo amaba, pero aprendería a odiarlo, aprendería a vivir sin su compañía. Realmente ese … estúpido me había humillado. Aún no sé donde quedó ese chico que conocía, que creía conocer, esa buena persona. No conseguí hallar una respuesta.
Bajé a desayunar. Mamá había preparado crepes caseros con chocolate y nata. La verdad es que no tenía demasiada hambre debido a mi baja autoestima, pero los crepes de mamá pueden con todas mis penas(o casi todas). Di el primer bocadito, que rico. El segundo, aun estaba mejor. El tercero, definitivamente son los mejores crepes del mundo, al menos que yo aya probado. Los iba a echar tanto de menos...
Llamaron a la puerta.
-Elith, ves a abrir.
-Si mamá, voy.
Me levanté de mi silla y caminé deprisa hacia la puerta. ¿Quién podría interrumpir un desayuno tan maravilloso? Abrí la puerta.
-Aquí me tienes.
Nicole me sonrió de oreja a oreja.
-¿Qué haces aquí? Habíamos quedado a las seis.
-Sí, pero quería estar contigo, además anoche me dejé las llaves en tu mesita.
Entró en casa y se asomó a la cocina para saludar.
-Buenos días, valla que bien huele señora Hanson.
-Gracias Nicole, ¿quieres uno? Aun me queda algo de masa.
-Me encantaría.
Nicole se sentó en la silla libre y mi madre le preparó otro crepe.
-Voy a por tus llaves ahora bajo.
-No, no, no. Voy yo, terminate tu crepe que se te enfriará.
-¿No estás demasiado vaga para subir escaleras después de madrugar?
-Sí, pero hoy estoy generosa, aproveche.
Me reí.
-Anda tira whore de mierda.
-Oye tú, no me hables así giliputense.
Volví a reírme. Nicole sonrió y se fue en busca de sus llaves. Mientras me terminé mi crepe. Joseph se rió mirándome.
-¿Qué?
-Limpiate las boceras anda, pareces Charlie Chaplin con tanto bigote de chocolate.
Me reí y me miré en el reflejo del frutero de acero que había sobre la mesa, el favorito de mamá: “se ha caído millones de veces y aún quiere que lo limpie”-solía decir mamá cada vez que se caía, puede que mínimo una vez al mes.
Nicole volvió y se sentó de nuevo en su sitio.
-Aquí tienes.
Mi madre le sirvió su crepe, bien cargado de chocolate, como a ella le gustaba.
-Ala, cuanto chocolate.
Parecía que se le iluminaban los ojos al ver tan dichoso crepe bien beneficiado de delicioso chocolate, como aquella vez que fuimos a cenar a un bar y vio un cartel de “ Se permite fumar”. Me reí al recordar ese momento.
Nikki devoraba su crepe mientras yo la esperaba, intentando hacer caso de las bromas de Joseph, y no acordarme del motivo por el cual mis ojos estaban tan hinchados. Por suerte la visita de Nicole y la preparación de los crepes había despistado a mamá, y no se había fijado en mi. La verdad es que fue un desayuno muy agradable.
….....................................(narrado por Mike).................................................................
La luz del sol entraba por las rendijas de la ventana de la habitación de Nora y me deslumbraban en los ojos. Me desperté. Nora no estaba allí. Miré el reloj, las 10, no era demasiado tarde. Me levanté y cogí mi ropa y mientras me vestía vi una nota en la mesita de al lado de su amplia cama. La cogí y comprobé que iba dirigida a mi.
“Mike, no sabía a que hora despertarías, pero tenía que irme a trabajar. He dejado bollos de crema en la cocina. Hay café en la cafetera si te apetece. Espero que te lo pasaras tan bien como yo. Llámame. Besos.
Nora”
Trabajar. Ahora me preguntaba cuantos años tendría ella, quizá 22. No sé, quizá mas tarde le preguntaría. La idea de los bollos de crema hizo que se me revolviera el estómago. La cabeza me estallaría, ¿no podía haberme dicho donde tenía un ibuprofeno? Bajé y me llené un vaso con café, quizá eso me espabilaría. Antes de salir de aquella casa me miré al espejo. Mi cuello estaba acardenalado a chupetones: sin duda Nora era una fiera en la cama. Cerré la puerta asegurándome de que quedaba bien cerrada y caminé despacio por la calle, no quería despertar aun, deseaba estar soñando, haber vivido una mala pesadilla. Claro que cualquier chico que hubiese pasado una noche tan bestial con Nora como la que había tenido yo habría olvidado todos los problemas. Mi mayor problema es que yo no pensaba en Nora, sino en Elith, en las ganas que tenia de ella. En esa sed que nunca saciaría. ¿Realmente la amaba? Quería creer que no, pero el 85% de mi corazón me lo impedía. El otro 15% directamente no me respondía. Mi móvil sonó, era Jeremy.
-Tio, ¿dónde te has metido? ¿qué hago en tu casa?
-Cogiste un follo impresionante, y yo tenía que hablar con Elith.
-Eso ya me lo imaginaba, menudo resacón... Entonces te tubo que ir de maravilla porque para no aparecer por casa.
Él se rió.
-No he pasado la noche con ella Jota.
-¿A no? ¿Entonces?
-Ya te contaré, No salgas de mi habitación, mis padres deben de estar despiertos, espera a que llegue yo, y no hagas ruido.
-Vale.
Colgué y me dirigí al primer súper cercano. Compré bombas de chocolate, a Jeremy le encantaban, y esa sería una buena escusa si mi madre o mi padre lo pillaban allí. Pagué con el ultimo billete de cinco que llevaba encima, el único que llevaba. Intentaba no pensar en nada, pero todo rebotaba en mi cabeza: los gritos de Elith, su dolor, las facciones de su cara descompuestas, sus bofetadas, sus lágrimas, aquellas siete palabras... No quiero saber nada más de ti, no quiero saber nada más de ti, no quiero saber nada más de ti...
Por favor, que paren, que dejen de abrazarme la cabeza. El corazón me dio un vuelco y sentí una terrible angustia. Angustia de mi mismo, me daba asco, era un estúpido, un cabrón, un imbécil... Me sentía como una mierda.
Mi teléfono volvió a sonar, era un número oculto.
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Perdón por haber tardado en subirlo, no tuve tiempo. Y perdón si es algo corto. Un beso y gracias por leerlo :)
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