-Hola mamá. Siento haber llegado tan tarde. Nicole quería comprarme algunas cosas como regalo de despedida y....
-No pasa nada cariño-me sonrió- ahora siéntate y comemos y después preparas tus maletas, que pasado mañana es tu vuelo y... bueno... habrá que tenerlo todo preparado ¿no?
-Claro- le sonreí también.
Comimos Lasagna, mi comida favorita, aunque adoro la pasta en general. Luego recogí la mesa y me encerré en mi habitación. Me senté al lado de la puerta, y allí me quedé unos 15 minutos. No sabía por qué, pero mi cuerpo no reaccionaba para levantarme. La cabeza comenzó a darme vueltas y me tumbé en el suelo. El sudor salía de cada uno de los poros de mi piel muy deprisa, abundante. Me estaba mareando. ¿Qué me ocurría? Entonces conseguí levantarme y sentí la necesidad de ir allí. Caminé por el pasillo y abrí la puerta. Entré. Estaba allí, nadie había pasado desde hacía 3 años: La habitación de mi hermano. Había un montón de polvo, la persiana estaba bajada y las cortinas corridas; aquella habitación desprendía un ambiente muy diferente al de antes, muy...vacía. Escuché a mi madre subir por la escalera y cerré la puerta para que no pudiera verme allí. No le haría gracia. Me senté en su cama y observé cada centímetro de la habitación. Ya casi no recordaba como era. Parecía un lugar tan.. ajeno para mi. Recuerdo cuando mi hermano me echaba casi a patadas de allí por que siempre lo pillaba ensayando o escribiendo alguna canción. Odiaba que le interrumpieran, pero me encantaba escucharlo, aunque nunca lo reconocí. Nunca se lo dije... Le encantaba tener intimidad cuando ensayaba, decía que necesitaba “concentrarse”. Suspiré. Cogí una foto que había en su mesita, le quite el polvo y me quede mirándola en silencio. Una tímida lágrima salió de mis ojos, se derramó por mi mejilla y calló encima del cristal del porta-fotos. Que recuerdos, volver a ver esa foto me emocionó. Estábamos mi hermano Jake y yo. Él acababa de tocar una canción en solitario en uno de los bares del centro de la ciudad. Yo estaba muy emocionada y lo abracé con fuerza cuando bajó del escenario. Aun podía escuchar a la gente gritando y aplaudiendo. En la foto yo estaba besándolo en la mejilla y él estaba sonriendo con su guitarra roja entre las manos. Estábamos muy felices en esa foto. Me encantaba, siempre quise quedarme con ella pero mi hermano nunca quiso dármela.
-Es el recuerdo de mi primer actuación en público, y de mi primera “groupie”acosándome- dijo riéndose después.
-¿Groupie?- pregunté.- ¿Qué es eso?
-Una fan loca por mi. Tu eres mi primera groupie.
-Valla, tu primera groupie, me gusta- le sonreí.
Él se rió y se agachó para mirarme a los ojos.
-Eres la mejor groupie que existe.
Lo abracé con fuerza riendo. Me quería mucho... bueno, nos queríamos mucho. Volví a suspirar dejando escaparse cada una de las lagrimas que minutos antes intentaba retener. Recuerdos, recuerdos y más recuerdos...Aun podía escuchar su voz en mi mente, y mis contestaciones con mi antigua voz de pito. Pero solo era un recuerdo. Yo había crecido, por suerte, pero él no podría escuchar mi nueva voz de mujer, ver mi cuerpo ya desarrollado y hacer esos típicos comentarios.
-Que sepas que estas serán miás- decía muchas veces cogiéndome los “pechos” por detrás.
-Nooooooooooooooooo!- le contestaba intentando que me soltara.
-Si, estoy deseando que te crezcan para usarlas de almohada.
-¡No soy una almohada!
-Pero soy tu hermano, me tienes que dejar.
Yo negaba.
-Ahí solo se dormirá mi novio.
-¿Tu novio?-se reía a carcajadas.- ¿Tu tienes novio enana?
-Ci, Johnny Depp será mi novio.
Volvía a reir.
-Como ese Johnny te toque un pelo le partiré la cara, a él y a cualquier niñato que le toque lo que no debe a mi hermanita.
Los dos reíamos. Es curioso como de niños soñamos cosas imposibles, y nos convencemos de que ocurrirán. Con qué poco se es feliz cuando tienes todo lo que necesitas, cuando no ves los problemas. Pero en ocasiones se va esa pieza importante de tu vida, y dejas de ser una niña, tienes que crecer, por que ya no todo son cuentos de hadas y juegos. Ya no hay nadie que te proteja, nadie que te haga reír cada día, que juegue contigo... Tuve que crecer sin esa persona. Y además también tienes que crecer de golpe porque todos a tu alrededor, tus padres, tus tíos, tus abuelos,.. todos pierden esa luz, todos te parecen ajenos, todos son ajenos a todos y sabes que nunca serán como antes, que sus sonrisas ya no tendrán la misma luz anterior, que la comida de tu madre no sabrá como solía saber, que todo te parecerá poco, vacío, soso. Nadie, ni tú eres la misma.
Tiré la foto a un lado en la cama, no podía seguir mirándola. Las lágrimas siguieron emanando de mis ojos sin poder pararlas. Al cabo de unos minutos conseguí relajarme y me sequé las lágrimas con las manos. Seguí deslizando mi mirada por la habitación y entonces me quedé fija en un libro que había tumbado en la estantería. Me extrañé y sentí un escalofrío. Me levanté de la cama y me acerqué para coger el libro. Antes de tocarlo lo pensé, tal vez mi hermano no quisiera que yo cogiera ese libro, pero al final me decidí y lo cogí sin pensármelo de nuevo. Se calló algo al suelo de entre sus paginas. Me agaché para cogerlo. Era la canción que mi hermano había tocado aquel día de la foto, pero había algo mas dentro del libro. Jamás lo hubiera creído si no lo hubiera visto, era una carta dedicada a mi. La abrí y comencé a leerla. Decía:
“A mi enanita Elith:
Hermanita, por fin me he decidido a darte esta dichosa carta. Solo quería decirte que esta canción te la dedico. Se que te encantó, y necesito que la tengas tu. Llevo dos semanas intentando escribirte esta carta ¿sabes? Jajaja... en fin, sabes que siempre he sido así de tímido y de orgulloso. Bueno, mañana mismo viajo para EEUU! Y como sé que entraras a rebuscar entre mis cosas, dejo esta carta para que tu misma la encuentres. Te echaré de menos. Recuerda que eres mi groupie favorita. Y deséame suerte en el concierto. Y no lo olvides, tienes una voz estupenda aunque no lo reconozcas, y que te quiero pequeñaja. Aquí tienes tu canción, se que te gustó mucho. Te adoro. Y no te me hagas novia ¡eh! Nos vemos en una semana, te quiero.
Jake.”
En aquel momento se me rompió el alma. Tres años sin saber nada de aquella carta, tres años pensando que mi hermano no me quería, tres años intentando olvidarle porque pensaba que nunca había significado nada en su vida por haberme abandonado así... No podía sentirme tan culpable. Fue la única vez que no quise entrometerme en sus cosas, y era la que más debería de haberlo echo... Mi vista se nubló y volví a marearme sin poder evitar caerme al suelo. Estuve al menos 20 minutos llorando en la alfombra, un presión en mi cabeza no me dejaba pensar otra cosa que el que era una verdadera estúpida.
-Soy idiota, soy idiota..- me decía a mi misma.
Al cabo de un tiempo tuve que sacar fuerzas de lo mas profundo de mi para levantarme. Conseguí ponerme en pie, cogí la partitura, la letra de la canción y la foto y salí corriendo de allí. No, mierda...
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