-Ya bueno, Laila verás, me fui a casa, estaba cansado- mentí.
La verdad es que me resultaba tan pesada que llegué a agobiarme.
Laila seguía abrazándome, espachurrando sus voluminosos pechos contra mi. No pude evitar mirar como sobresalían del escaso escote de su camisa.
-Valla, yo quería que siguieras con lo que estabas haciendo.
Me guiñó un ojo.
-Otro día será.
Me besó con ganas y subió su rodilla hasta mi entrepierna, rozando mi paquete.
Le seguí el beso para no hacer el feo, y luego me aparté. Ella me sonrió.
-Vamos con los demás.
Asintió y bajó la rodilla. Ya no me sorprendía que una tía viniera a calentarme la polla, estoy más que acostumbrado. Pero hoy no tenía ganas de ninguna de ellas. Solo tenía ganas de ella, Elith, de besar esos carnosos labios que parecen ir siempre pintados, pero que en realidad son naturales. Tenía ganas de comérmela con los ojos, de acariciar esas sonrojadas mejilla, de sentirla mía... Pero ahora estaba enfadada. Apenas quedaba un día para que ella se fuera y yo la había cagado lo más hondo.
Me senté en un sillón, y cuatro chicas se me acercaron. Una era rubia platino. Tenía un piercing en la parte superior del labio, y lo labios eran finos y demasiado maquillados en un intento de parecer mayores. Estaba demasiado delgada y su piel era demasiado pálida. Sus ojos en cambio eran de un azul cielo bastante bonito. La segunda era pelirroja, algo más guapa que la anterior y con los ojos verdes... bueno, lentillas verdes. Se le había movido una lentilla y dejaba ver levemente un poco de su iris marrón. Esta era demasiado bajita, pero estaba un poco más regordeta. La tercera era morena, ojos marrones oscuros, piel clara también, pero en cambio tenía un buen cuerpo, con unos preciosos pechos resaltando detrás de su camiseta verde. Era bastante atractiva, pero llevaba los labios pintados de un rojo demasiado llamativo. La cuarta era exactamente igualita que Laila, debía de ser su hermana: Pelo rubio y liso, piel morena, ojos azules, labios semi-gruesos pintados de rosa... Lo único que la diferenciaba de ella era que era más bajita y mas delgada.
La morena me traía una copa, y como tenía algo de sed la acepté. Luego todas se sentaron al rededor de mi y empezaron a darme caricias detrás del pelo, por el cuello, por las rodillas...
-Eres muy guapo- dijo la pelirroja.
-Puede.
-¿Cómo te llamas?-esta vez era la rubia platino.
-Mike.
Sonrieron.
-Yo soy Becki- dijo la rubia platino jugueteando con tu asqueroso piercing.
-Yo Lilly, la hermana de Laila, me habló mucho de ti- dijo tímidamente la más pequeña.
-Yo soy Jessi- dijo la pelirroja.- Y ella es Nora- señaló a la morena.
Nora. La verdad me atraía bastante, y me encantaba como me miraba: indiferente a las demás. Parecía no importarle mucho quien fuera, solo que como todas quería un cabrón con el que divertirse.
Empezaron a atosigarme con sus preguntas. Nora no paraba de traerme copas, y como estaba feo no aceptar, me las bebía. Las primeras eran más ligeras, pero poco a poco fue pasando del Peché al Vodka, y del Vodka al Wishky. No sé si fueron siete cubatas los que me bebí, pero ya me sentía demasiado mareado.
Becki, o como quiera que se llamase la rubia platino, trató de besarme. La pelirroja, de la cual ya no sabía ni la primera letra de su nombre, empezó a tocarme el paquete. La hermana de Laila había desaparecido, y Nora se dedicaba a emborracharme, sonriendo, como si esperara algo. Me sentía incómodo y me aparté. ¿Cómo puede haber tantas putas sueltas por ahí? ¿Dónde estaba Elith? necesitaba estar con Elith. Tenía que ir a buscarla.
-Discúlpenme señoritas, Mike se tiene que ir- dije con la voz un poco turbada por el alcohol. Definitivamente Nora había conseguido que me pasase bebiendo.
Busqué a Jeremy por todo el local en el que estábamos, pero hubiera preferido no encontrarlo. Estaba medio desnudo, con dos tías sobándole donde no debían, borracho, y también drogado. Al parecer no solo le habían servido mojitos gratis. Aparté a las dos petardas de mi amigo.
-Jeremy, vámonos.
-¿Qué? Nah tio, y no me voy de aquí.
-Estás borracho, y drogado, y pienso sacarte de aquí ya.
-Tengo un calentón flipante tío, y aquí hay dos chicas preciosas que me lo quieren quitar- dijo él intentando acercar de nuevo a las chicas.
-Y tu tienes que ayudarme a recuperar a Elith, asique vayámonos, ya.
-Joder que plasta eres tio. Elith, Elith, Elith. Hay muchas guarras por aquí, follate a alguna y olvidate de esa sosa.
-No te permito que hables así de ella, estás borracho joder.
-Y tu, asique quedémonos tio. Diviértete.
-Llevamos aquí desde las 12 de la mañana, y son las 19:00.
-Que rápido pasa el tiempo en buena compañía ¿no?
-He dicho que nos vamos.
Saqué a Jeremy de allí y lo llevé a mi casa. No podía dejar que sus padres lo vieran así a las siete y media de la tarde. Mis padres no estaban en casa, asique preparé un par de bocadillos y obligué a Jeremy a que se comiera uno. Después lo subí a mi habitación y lo dejé dormir en mi cama. Con todo lo que llevaba encima no tardó mucho en hacerlo.
Me cambié de ropa, pasar tantas horas con ese tipo de tías no es bueno, se te pegan sus perfumes llamativos. La vista se me nublaba, y apenas podía tenerme en pié, pero tenía que hablar con Elith fuera como fuere. Caminé hasta su casa, ya que no era capaz de coger la moto.
--------------------------------------(narrado por Elith)-------------------------------------------
Cerré mi maleta como pude. Por fin habíamos acabado.
-No tienes ni idea de lo que me ha jodido lo de la zorra esa.
-Si, sé perfectamente todo lo que ha pasado por tu cabeza- dijo Nicole tirándose en mi cama.
-Nunca cambiará.
-Mike es un putón, buena gente, pero un putón.
Asentí y suspire. Sabía de sobra que nunca podría tener nada serio con él. Yo no era ese prototipo de chica superficial con tetas grandes, ropa ajustada, un perfume escandaloso y un kilo de maquillaje. Ni me abro de piernas con la misma facilidad.
Algo empezó a golpear mi ventana.
-¿Qué es eso?-preguntó Nikki sin levantarse.
-No lo sé.
Me asomé por la ventana.
-What the fuck?
-¿Qué?
-Es Mike.
Mike estaba abajo, tirando piedras, totalmente borracho. Nikki se asomó.
-¿Qué coño hace aquí? Y borracho encima...
-Ni idea.
Abrí la ventana y salí al balcón.
-¿Se puede saber que quieres?
Me miró intentando sostenerse.
-Tenemos que hablar.
-¿Sobre qué?
-Sobre lo que ha pasado esta mañana.
Su voz era turbia, me costaba entenderlo.
-Yo no tengo nada que hablar contigo.
-Pero yo sí, baja por favor.
Miré a Nicole.
-¿Qué hago?
-Baja, si te cansa entras en casa y ya se irá. Ten en cuenta que no volverás a verlo en mucho tiempo.
Asentí y bajé a la calle. Mike me esperaba apoyado en la pared.
-Elith yo..
Su aliento olía demasiado a alcohol. Genial, encima de lo de esta mañana, él se ha estado divirtiendo con esas putas de turno.
-Hueles a alcohol que matas. ¿Qué vienes a decirme?
-Que te quiero, que me escuches.
-¿Que te escuche?- me reí.- Después de hacerme sentir como una estúpida esta mañana, y pirarte por ahí de fiesta con esas putas, emborracharte, y dios sabe que más, ¿pretendes que me crea algo de lo que digas?
-Pero..
-No quiero oírte. Si me ves con cara de idiota te equivocas.
-No ha pasado nada con ellas, solo acompañé a Jeremy.
-¿Y pretendes que me lo creas tal y como vienes?
-Es la verdad. Joder Elith, si estoy borracho, bebí, siempre bebo. ¿Qué más da?
-Que no es un sábado, por ejemplo. Y que mañana me voy para mucho tiempo, y en vez de estar conmigo, con tu mejor amiga, te la pasas con el imbécil de Jeremy y unas putas. Como siempre
-No podía dejarlo solo.
-¿Y a mi sí?
No respondió.
-¿Sabes? Nos hemos juntados todos en casa de Mónica, menos tú y Jeremy por supuesto. ¿Así pretendes demostrarme que me quieres? ¿Cambiándome por unas zorras?
Negó.
-Elith, me importas demasiado. Pero no sabía donde estabas y...
-Pues me llamas por teléfono.
Me miró en silencio.
-Mira, no importa. Que te valla bien.
Intenté entrar en casa pero Mike me detuvo.
-Quiero que estemos juntos.
Me reí sin ganas y lo miré.
-¿Tu y yo? ¿Juntos? No podemos estar juntos. Pensaba que eras diferente, pero eres como todos los tíos. Buscas al mismo prototipo de chica que los demás, y para lo mismo. Yo nunca seré como ellas. Y no pienso ser la estúpida que se trague tus te quiero Mike. Tu no me quieres, tu no sabes lo que es querer a una persona. Solo piensas en follarte a las tías, en jugar con ellas. Y no pienso permitir que juegues conmigo.
Me besó. Lo aparté y le di un bofetón.
-Nunca vuelvas a besarme.
Pareció derramar unas lágrimas, pero se las secó de inmediato.
-Valla, ¿qué pensaran de mi los chicos? Eres la primera putita que se me resiste.
-¿Perdón? ¿Cómo me has llamado?
-Putita, ¿ tan sorda estás?
-No soy una puta.
-Cierto, eres una sosa. Una sosa que no sabe lo divertido que es vivir. Solo te importa tu sueño, y ¿ te digo la verdad? Tú nunca serás actriz. ¡Nunca! Porque no tienes más que una cara bonita. ¿Dónde te dejas los melones de cine Elith?
Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar aquello. Sus palabras me dolieron demasiado. De la rabia volví a golpearle, esta vez con más fuerza. Él se quedó callado.
-No quiero saber nada más de ti.
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