Te veo :)


domingo, 31 de julio de 2011

Capítulo 11:

No puedo. No puedo dormir. Menos mal que que queda poco para levantarme. Eran las 7 de la mañana. Me había pasado la noche llorando, y aún no podía parar de hacerlo. Seguramente mis ojos parecerían bolas de billar, de lo hinchados que debían estar. No quiero ni pensar que diría mamá cuando me viera. Decidí levantarme diez minutos antes para maquillar esos ojos. Al final conseguí disimularlos un poco, pero es muy difícil de engañar a una madre. Me puse la ropa que había dejado preparada sobre la silla: mis pitillos negros y mi camiseta roja de tirantes, a juego con mis converse rojas. Me vestí despacio, parece mentira que fuera mi último día aquí por mucho tiempo. En unas horas dejaría toda mi vidas a un lado. Por una parte me jodía, pero después recordaba el daño que Mike consiguió hacerme la noche anterior. Lo quería demasiado, si, lo amaba, pero aprendería a odiarlo, aprendería a vivir sin su compañía. Realmente ese … estúpido me había humillado. Aún no sé donde quedó ese chico que conocía, que creía conocer, esa buena persona. No conseguí hallar una respuesta.
Bajé a desayunar. Mamá había preparado crepes caseros con chocolate y nata. La verdad es que no tenía demasiada hambre debido a mi baja autoestima, pero los crepes de mamá pueden con todas mis penas(o casi todas). Di el primer bocadito, que rico. El segundo, aun estaba mejor. El tercero, definitivamente son los mejores crepes del mundo, al menos que yo aya probado. Los iba a echar tanto de menos...
Llamaron a la puerta.
-Elith, ves a abrir.
-Si mamá, voy.
Me levanté de mi silla y caminé deprisa hacia la puerta. ¿Quién podría interrumpir un desayuno tan maravilloso? Abrí la puerta.
-Aquí me tienes.
Nicole me sonrió de oreja a oreja.
-¿Qué haces aquí? Habíamos quedado a las seis.
-Sí, pero quería estar contigo, además anoche me dejé las llaves en tu mesita.
Entró en casa y se asomó a la cocina para saludar.
-Buenos días, valla que bien huele señora Hanson.
-Gracias Nicole, ¿quieres uno? Aun me queda algo de masa.
-Me encantaría.
Nicole se sentó en la silla libre y mi madre le preparó otro crepe.
-Voy a por tus llaves ahora bajo.
-No, no, no. Voy yo, terminate tu crepe que se te enfriará.
-¿No estás demasiado vaga para subir escaleras después de madrugar?
-Sí, pero hoy estoy generosa, aproveche.
Me reí.
-Anda tira whore de mierda.
-Oye tú, no me hables así giliputense.
Volví a reírme. Nicole sonrió y se fue en busca de sus llaves. Mientras me terminé mi crepe. Joseph se rió mirándome.
-¿Qué?
-Limpiate las boceras anda, pareces Charlie Chaplin con tanto bigote de chocolate.
Me reí y me miré en el reflejo del frutero de acero que había sobre la mesa, el favorito de mamá: “se ha caído millones de veces y aún quiere que lo limpie”-solía decir mamá cada vez que se caía, puede que mínimo una vez al mes.
Nicole volvió y se sentó de nuevo en su sitio.
-Aquí tienes.
Mi madre le sirvió su crepe, bien cargado de chocolate, como a ella le gustaba.
-Ala, cuanto chocolate.
Parecía que se le iluminaban los ojos al ver tan dichoso crepe bien beneficiado de delicioso chocolate, como aquella vez que fuimos a cenar a un bar y vio un cartel de “ Se permite fumar”. Me reí al recordar ese momento.
Nikki devoraba su crepe mientras yo la esperaba, intentando hacer caso de las bromas de Joseph, y no acordarme del motivo por el cual mis ojos estaban tan hinchados. Por suerte la visita de Nicole y la preparación de los crepes había despistado a mamá, y no se había fijado en mi. La verdad es que fue un desayuno muy agradable.

….....................................(narrado por Mike).................................................................
La luz del sol entraba por las rendijas de la ventana de la habitación de Nora y me deslumbraban en los ojos. Me desperté. Nora no estaba allí. Miré el reloj, las 10, no era demasiado tarde. Me levanté y cogí mi ropa y mientras me vestía vi una nota en la mesita de al lado de su amplia cama. La cogí y comprobé que iba dirigida a mi.
Mike, no sabía a que hora despertarías, pero tenía que irme a trabajar. He dejado bollos de crema en la cocina. Hay café en la cafetera si te apetece. Espero que te lo pasaras tan bien como yo. Llámame. Besos.
Nora”
Trabajar. Ahora me preguntaba cuantos años tendría ella, quizá 22. No sé, quizá mas tarde le preguntaría. La idea de los bollos de crema hizo que se me revolviera el estómago. La cabeza me estallaría, ¿no podía haberme dicho donde tenía un ibuprofeno? Bajé y me llené un vaso con café, quizá eso me espabilaría. Antes de salir de aquella casa me miré al espejo. Mi cuello estaba acardenalado a chupetones: sin duda Nora era una fiera en la cama. Cerré la puerta asegurándome de que quedaba bien cerrada y caminé despacio por la calle, no quería despertar aun, deseaba estar soñando, haber vivido una mala pesadilla. Claro que cualquier chico que hubiese pasado una noche tan bestial con Nora como la que había tenido yo habría olvidado todos los problemas. Mi mayor problema es que yo no pensaba en Nora, sino en Elith, en las ganas que tenia de ella. En esa sed que nunca saciaría. ¿Realmente la amaba? Quería creer que no, pero el 85% de mi corazón me lo impedía. El otro 15% directamente no me respondía. Mi móvil sonó, era Jeremy.
-Tio, ¿dónde te has metido? ¿qué hago en tu casa?
-Cogiste un follo impresionante, y yo tenía que hablar con Elith.
-Eso ya me lo imaginaba, menudo resacón... Entonces te tubo que ir de maravilla porque para no aparecer por casa.
Él se rió.
-No he pasado la noche con ella Jota.
-¿A no? ¿Entonces?
-Ya te contaré, No salgas de mi habitación, mis padres deben de estar despiertos, espera a que llegue yo, y no hagas ruido.
-Vale.
Colgué y me dirigí al primer súper cercano. Compré bombas de chocolate, a Jeremy le encantaban, y esa sería una buena escusa si mi madre o mi padre lo pillaban allí. Pagué con el ultimo billete de cinco que llevaba encima, el único que llevaba. Intentaba no pensar en nada, pero todo rebotaba en mi cabeza: los gritos de Elith, su dolor, las facciones de su cara descompuestas, sus bofetadas, sus lágrimas, aquellas siete palabras... No quiero saber nada más de ti, no quiero saber nada más de ti, no quiero saber nada más de ti...
Por favor, que paren, que dejen de abrazarme la cabeza. El corazón me dio un vuelco y sentí una terrible angustia. Angustia de mi mismo, me daba asco, era un estúpido, un cabrón, un imbécil... Me sentía como una mierda.
Mi teléfono volvió a sonar, era un número oculto.
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Perdón por haber tardado en subirlo, no tuve tiempo. Y perdón si es algo corto. Un beso y gracias por leerlo :)

jueves, 28 de julio de 2011

Capitulo 10:

(Narrado por Mike)
-No quiero saber nada más de ti.
Es lo último que dijo Elith antes de entrar en casa. Nadie sabe lo que me dolieron esas siete palabras, pero lo que más me dolió fue su mirada de odio, sus lagrimas. Soy un capullo, un cobarde. No era capaz de aceptar su rechazo, y en vez de decirle que la quería, que no me importaba si solo podíamos ser amigos, en ves de luchar por ella, solo fui capaz de hacerle daño. Le solté lo que más sabía que podría joderla, y lo peor es que todo era mentira. Era consciente de su talento a la hora de actuar, de su bonito cuerpo, de toda ella. Para mí era perfecta. No era como las demás. Y acababa de conseguir perder su amistad... Seré idiota.
Me escocía la mejilla. Esta vez me había golpeado tan fuerte... Me odiaba. Toda la vida siendo mi mejor amiga, y justo cuando más me necesitaba la he abandonado. No podría perdonármelo nunca, y ella tampoco...
Mis ojos se llenaron de lágrimas y le pegué un puñetazo a la pared.
-¡Mierda!
Si no me había roto la mano faltaba poco.
Caminé tambaleándome alejándome de allí, recordando lo estúpido que era por lo que acababa de hacer. Las lágrimas corrían por mis mejillas. Lo que más me jodía es que Elith tenía razón: ella y yo nunca podríamos estar juntos. Ella era una buenaza, tenía un corazón enorme y era muy valiente, luchaba por todo lo que quería. Y yo, en cambio, soy un putón, me enrrollo con todas las tías que quiero, cuando quiero y como quiero, era capaz de hacerle daño a las personas que me importan para quedar bien, y soy un completo cobarde.
Me senté en un banco, no podía apenas caminar. Alguien se sentó a mi lado. No iba a mirarle, no quería hablar con nadie.
-Hola Mike.
Su voz femenina me resultaba familiar. Fingí no haberla oído, pero ella no se dio por vencida. Me cogió de las mejillas con delicadeza y me obligó a mirarla. No me resistí y la miré. Nora sonreía satisfecha.
-No esperaba encontrarte por aquí.
-Yo a ti tampoco preciosa.
Se rió.
-El whisky se te ha subido de más ¿no crees?
-Quizá, pero me la suda.
-Eso está bien.
Asentí. Nora se quedó callada unos instantes.
-Debería acompañarte a tu casa, tengo el coche aquí cerca.
-Como quieras.
Nora se levantó y me ayudó a caminar hasta su coche, misteriosamente aparcado en la esquina. Le dije la dirección de mi casa y me dediqué a escuchar la radio. Ella no paraba de hablar, pero no la escuché. Me sentía demasiado quemado por dentro. De repente paró el coche. Miré la calle y después a ella.
-Esta no es mi calle.
-Lo sé.
-¿Por qué me traes aquí?
-Antes me he quedado con ganas de algo. Asique te he traído a mi casa para enseñártelo.
-Nora, llevame a mi casa por favor. Estoy demasiado bebido para andar en casas ajenas a estas horas.
-Venga apenas son las nueve. Y mi casa no es ajena. Digamos que podría ser tu segundo hogar.
-Permiteme dudarlo.
-Venga, solo será un rato.
Me sonreí. Nada me importaba asique acepté su propuesta.
-Está bien.
Ella sonrió y me ayudó a caminar hasta su puerta. La abrió y entré mirando al suelo. No me interesaba nada lo que quisiera enseñarme. La seguí a duras penas por las escaleras, hasta lo que creo que era su habitación.
-Siéntate, estás en tu casa.
Le hice caso y me senté en su cama. Ella puso la radio y cerró la puerta. La miré.
-¿Sabes? Me he divertido el rato que has estado allí con nosotras.
-¿A sí? Me alegro.
-Deberías ir más a menudo.
-Puede que valla.
Se quitó los zapatos de tacón y se sentó a mi lado.
-¿Por qué te fuistes?
-Tenía que solucionar unas cosas con una... amiga.
Volver a recordar a Elith hacía que el corazón me ardiera en dolor.
-Oh, ¿y como se llama?
-Elizabeth.
-Bonito nombre.
Me sonrió. Sí, un nombre precioso, como ella. Se me escaparon unas lágrimas.
-Eh, ¿qué te hizo?
-Ella nada, simplemente que... mañana se va a Estados Unidos.
-Valla, entonces deberías buscar otras amigas.
Nora se acercó y lamió mis mejillas, saboreando mis lágrimas. La miré sin entender.
-¿Qué haces?
Se quitó la camisera y me miró.
-Divertirme.
No respondí.
-Bésame- me pidió.
Dudé un momento. Ella se mordía el labio. Era guapísima, sí. ¿Por qué desperdiciar lo que ella me ofrecía? Ese es mi mundo, y nunca cambiaría. La besé con brusquedad cogiéndole la cara. Correspondió a mi beso de la misma manera y me tumbó, poniéndose después sobre mi, empezando a desnudarme a continuación. Sí, este era mi mundo. Estar con todas las tías que quisiera, hacer lo que quisiera con ellas, pero sin ella. Jamás podría amar de verdad, por que nunca sería ella la que estuviera en mi cama, besándome, comiéndome la boca, quitando la ropa que sobraba. En la radio sonaba “Broken” de Seether y Amy Lee. “'Cause I'm broken when i'm open, and i don't feel like... I am strong enough...” Así era como me sentía, roto. Roto por que no era ella la que estaba allí, conmigo. Por que la amaba aunque me doliera. Por que jamás la vería desnudarse para mi, como Nora lo estaba haciendo. Porque jamás sería suyo, jamás sería mía. Y todo por un mundo que yo mismo elegí.


( he puesto el video de la canción subtitulado en español para la gente que no entienda lo que dice en inglés y quiera saber lo que dice. Un beso ;) )
….......................................(narrado por Elith)..................................................................
Entré en casa y corrí a mi habitación. Las lágrimas se derramaban de mis ojos sin freno. ¿Cómo podía haberme dicho aquellas cosas tan feas?
Me abracé a Nikki.
-Calmate tía, iba borracho. No le hagas caso.
-Me ha dicho cosas horribles...
-Lo sé, pero él no es así, iba demasiado borracho. Y es un tío. Todos tienen esa habilidad.
Asentí y me sequé las lágrimas, aunque ellas seguían saliendo.
-Elith, tengo que irme a casa, mi madre me necesitaba. ¿No te importa no?
-No, vete. Nos vemos mañana a las 10.
Asintió.
-¿Te importa si no bajo a acompañarte?
-Jo tia porfa baja conmigo.
-Por favor Nikki... no quiero que mis padres me vean con estos ojos.
-Jo, me voy a perder por las escaleras yo solita.
Me reí.
-Por favor..
-Vale... pero que conste que no es justo, como me pierda será tu culpa.
Me dio dos besos y se fue cerrando la puerta de mi habitación, dejándome sola. Me tiré a la cama y empecé a llorar de nuevo. Mi almohada no tardó mucho en empaparse. Con los años había aprendido a ignorar los comentarios de la gente, pero jamás pensé que Mike pudiera decirme algo así. Siempre pensé que era diferente. Creía que lo conocía, pero sin embargo me equivocaba. No lo conocía, no conocía a ese nuevo chico. Había cambiado mucho en los últimos meses, pero jamás pensé que pudiera hacerme algo así a mi. A su mejor amiga, o eso creía hasta ahora. Podría aguantar un comentario de cualquier imbécil, pero no de él. Lo amaba, desde que jugábamos y comíamos regaliz en su casita de madera en el patio, desde siempre. Pero ahora estaba tan decepcionada, tan hundida... Puse en mi mini-cadena la radio al máximo de volumen. “Broken” retumbaba en mi habitación. La increíble voz de Amy Lee mezclada con la de Seether penetraban en mis oídos. La había escuchado tantas y tantas veces... pero nunca pensé que Mike provocara que me sintiera identificada con ella. Estaba total mente rota por dentro. Así es como te sientes cuando una de las personas que más quieres te rompe el corazón en mil cachitos de caramelo frágil. Me senté al lado de la ventana y miré la luna. Jake estaría por allí arriba, en alguna estrella. Ahora lo necesitaba.
-Espero que estés viéndome Jake, te necesito tanto ahora..
Rompí a llorar nuevamente. Ahora más que nunca deseaba irme de allí, lejos, donde no pudiera ver nunca a Mike.
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miércoles, 27 de julio de 2011

Capítulo 9:

-Ya bueno, Laila verás, me fui a casa, estaba cansado- mentí.
La verdad es que me resultaba tan pesada que llegué a agobiarme.
Laila seguía abrazándome, espachurrando sus voluminosos pechos contra mi. No pude evitar mirar como sobresalían del escaso escote de su camisa.
-Valla, yo quería que siguieras con lo que estabas haciendo.
Me guiñó un ojo.
-Otro día será.
Me besó con ganas y subió su rodilla hasta mi entrepierna, rozando mi paquete.
Le seguí el beso para no hacer el feo, y luego me aparté. Ella me sonrió.
-Vamos con los demás.
Asintió y bajó la rodilla. Ya no me sorprendía que una tía viniera a calentarme la polla, estoy más que acostumbrado. Pero hoy no tenía ganas de ninguna de ellas. Solo tenía ganas de ella, Elith, de besar esos carnosos labios que parecen ir siempre pintados, pero que en realidad son naturales. Tenía ganas de comérmela con los ojos, de acariciar esas sonrojadas mejilla, de sentirla mía... Pero ahora estaba enfadada. Apenas quedaba un día para que ella se fuera y yo la había cagado lo más hondo.
Me senté en un sillón, y cuatro chicas se me acercaron. Una era rubia platino. Tenía un piercing en la parte superior del labio, y lo labios eran finos y demasiado maquillados en un intento de parecer mayores. Estaba demasiado delgada y su piel era demasiado pálida. Sus ojos en cambio eran de un azul cielo bastante bonito. La segunda era pelirroja, algo más guapa que la anterior y con los ojos verdes... bueno, lentillas verdes. Se le había movido una lentilla y dejaba ver levemente un poco de su iris marrón. Esta era demasiado bajita, pero estaba un poco más regordeta. La tercera era morena, ojos marrones oscuros, piel clara también, pero en cambio tenía un buen cuerpo, con unos preciosos pechos resaltando detrás de su camiseta verde. Era bastante atractiva, pero llevaba los labios pintados de un rojo demasiado llamativo. La cuarta era exactamente igualita que Laila, debía de ser su hermana: Pelo rubio y liso, piel morena, ojos azules, labios semi-gruesos pintados de rosa... Lo único que la diferenciaba de ella era que era más bajita y mas delgada.
La morena me traía una copa, y como tenía algo de sed la acepté. Luego todas se sentaron al rededor de mi y empezaron a darme caricias detrás del pelo, por el cuello, por las rodillas...
-Eres muy guapo- dijo la pelirroja.
-Puede.
-¿Cómo te llamas?-esta vez era la rubia platino.
-Mike.
Sonrieron.
-Yo soy Becki- dijo la rubia platino jugueteando con tu asqueroso piercing.
-Yo Lilly, la hermana de Laila, me habló mucho de ti- dijo tímidamente la más pequeña.
-Yo soy Jessi- dijo la pelirroja.- Y ella es Nora- señaló a la morena.
Nora. La verdad me atraía bastante, y me encantaba como me miraba: indiferente a las demás. Parecía no importarle mucho quien fuera, solo que como todas quería un cabrón con el que divertirse.
Empezaron a atosigarme con sus preguntas. Nora no paraba de traerme copas, y como estaba feo no aceptar, me las bebía. Las primeras eran más ligeras, pero poco a poco fue pasando del Peché al Vodka, y del Vodka al Wishky. No sé si fueron siete cubatas los que me bebí, pero ya me sentía demasiado mareado.
Becki, o como quiera que se llamase la rubia platino, trató de besarme. La pelirroja, de la cual ya no sabía ni la primera letra de su nombre, empezó a tocarme el paquete. La hermana de Laila había desaparecido, y Nora se dedicaba a emborracharme, sonriendo, como si esperara algo. Me sentía incómodo y me aparté. ¿Cómo puede haber tantas putas sueltas por ahí? ¿Dónde estaba Elith? necesitaba estar con Elith. Tenía que ir a buscarla.
-Discúlpenme señoritas, Mike se tiene que ir- dije con la voz un poco turbada por el alcohol. Definitivamente Nora había conseguido que me pasase bebiendo.
Busqué a Jeremy por todo el local en el que estábamos, pero hubiera preferido no encontrarlo. Estaba medio desnudo, con dos tías sobándole donde no debían, borracho, y también drogado. Al parecer no solo le habían servido mojitos gratis. Aparté a las dos petardas de mi amigo.
-Jeremy, vámonos.
-¿Qué? Nah tio, y no me voy de aquí.
-Estás borracho, y drogado, y pienso sacarte de aquí ya.
-Tengo un calentón flipante tío, y aquí hay dos chicas preciosas que me lo quieren quitar- dijo él intentando acercar de nuevo a las chicas.
-Y tu tienes que ayudarme a recuperar a Elith, asique vayámonos, ya.
-Joder que plasta eres tio. Elith, Elith, Elith. Hay muchas guarras por aquí, follate a alguna y olvidate de esa sosa.
-No te permito que hables así de ella, estás borracho joder.
-Y tu, asique quedémonos tio. Diviértete.
-Llevamos aquí desde las 12 de la mañana, y son las 19:00.
-Que rápido pasa el tiempo en buena compañía ¿no?
-He dicho que nos vamos.
Saqué a Jeremy de allí y lo llevé a mi casa. No podía dejar que sus padres lo vieran así a las siete y media de la tarde. Mis padres no estaban en casa, asique preparé un par de bocadillos y obligué a Jeremy a que se comiera uno. Después lo subí a mi habitación y lo dejé dormir en mi cama. Con todo lo que llevaba encima no tardó mucho en hacerlo.
Me cambié de ropa, pasar tantas horas con ese tipo de tías no es bueno, se te pegan sus perfumes llamativos. La vista se me nublaba, y apenas podía tenerme en pié, pero tenía que hablar con Elith fuera como fuere. Caminé hasta su casa, ya que no era capaz de coger la moto.
--------------------------------------(narrado por Elith)-------------------------------------------
Cerré mi maleta como pude. Por fin habíamos acabado.
-No tienes ni idea de lo que me ha jodido lo de la zorra esa.
-Si, sé perfectamente todo lo que ha pasado por tu cabeza- dijo Nicole tirándose en mi cama.
-Nunca cambiará.
-Mike es un putón, buena gente, pero un putón.
Asentí y suspire. Sabía de sobra que nunca podría tener nada serio con él. Yo no era ese prototipo de chica superficial con tetas grandes, ropa ajustada, un perfume escandaloso y un kilo de maquillaje. Ni me abro de piernas con la misma facilidad.
Algo empezó a golpear mi ventana.
-¿Qué es eso?-preguntó Nikki sin levantarse.
-No lo sé.
Me asomé por la ventana.
-What the fuck?
-¿Qué?
-Es Mike.
Mike estaba abajo, tirando piedras, totalmente borracho. Nikki se asomó.
-¿Qué coño hace aquí? Y borracho encima...
-Ni idea.
Abrí la ventana y salí al balcón.
-¿Se puede saber que quieres?
Me miró intentando sostenerse.
-Tenemos que hablar.
-¿Sobre qué?
-Sobre lo que ha pasado esta mañana.
Su voz era turbia, me costaba entenderlo.
-Yo no tengo nada que hablar contigo.
-Pero yo sí, baja por favor.
Miré a Nicole.
-¿Qué hago?
-Baja, si te cansa entras en casa y ya se irá. Ten en cuenta que no volverás a verlo en mucho tiempo.
Asentí y bajé a la calle. Mike me esperaba apoyado en la pared.
-Elith yo..
Su aliento olía demasiado a alcohol. Genial, encima de lo de esta mañana, él se ha estado divirtiendo con esas putas de turno.
-Hueles a alcohol que matas. ¿Qué vienes a decirme?
-Que te quiero, que me escuches.
-¿Que te escuche?- me reí.- Después de hacerme sentir como una estúpida esta mañana, y pirarte por ahí de fiesta con esas putas, emborracharte, y dios sabe que más, ¿pretendes que me crea algo de lo que digas?
-Pero..
-No quiero oírte. Si me ves con cara de idiota te equivocas.
-No ha pasado nada con ellas, solo acompañé a Jeremy.
-¿Y pretendes que me lo creas tal y como vienes?
-Es la verdad. Joder Elith, si estoy borracho, bebí, siempre bebo. ¿Qué más da?
-Que no es un sábado, por ejemplo. Y que mañana me voy para mucho tiempo, y en vez de estar conmigo, con tu mejor amiga, te la pasas con el imbécil de Jeremy y unas putas. Como siempre
-No podía dejarlo solo.
-¿Y a mi sí?
No respondió.
-¿Sabes? Nos hemos juntados todos en casa de Mónica, menos tú y Jeremy por supuesto. ¿Así pretendes demostrarme que me quieres? ¿Cambiándome por unas zorras?
Negó.
-Elith, me importas demasiado. Pero no sabía donde estabas y...
-Pues me llamas por teléfono.
Me miró en silencio.
-Mira, no importa. Que te valla bien.
Intenté entrar en casa pero Mike me detuvo.
-Quiero que estemos juntos.
Me reí sin ganas y lo miré.
-¿Tu y yo? ¿Juntos? No podemos estar juntos. Pensaba que eras diferente, pero eres como todos los tíos. Buscas al mismo prototipo de chica que los demás, y para lo mismo. Yo nunca seré como ellas. Y no pienso ser la estúpida que se trague tus te quiero Mike. Tu no me quieres, tu no sabes lo que es querer a una persona. Solo piensas en follarte a las tías, en jugar con ellas. Y no pienso permitir que juegues conmigo.
Me besó. Lo aparté y le di un bofetón.
-Nunca vuelvas a besarme.
Pareció derramar unas lágrimas, pero se las secó de inmediato.
-Valla, ¿qué pensaran de mi los chicos? Eres la primera putita que se me resiste.
-¿Perdón? ¿Cómo me has llamado?
-Putita, ¿ tan sorda estás?
-No soy una puta.
-Cierto, eres una sosa. Una sosa que no sabe lo divertido que es vivir. Solo te importa tu sueño, y ¿ te digo la verdad? Tú nunca serás actriz. ¡Nunca! Porque no tienes más que una cara bonita. ¿Dónde te dejas los melones de cine Elith?
Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar aquello. Sus palabras me dolieron demasiado. De la rabia volví a golpearle, esta vez con más fuerza. Él se quedó callado.
-No quiero saber nada más de ti.

Capítulo 8:


-No, no ese tipo de querer Elith.Me puse nerviosa. Me miraba callado y yo me mordía el labio sin entender nada.
-Quieres decirme que...
-Verás... Todos te vamos a echar mucho de menos, pero es que... puff...
Lo miré esperando que continuara.
-Me jode mucho que te vallas. Haber, no es que no me alegre de que vallas a cumplir tu sueño. Me alegro por ello y estoy muy feliz de que te marches... pero... no tan pronto. Me ha faltado tiempo para...-se quedó callado.
-¿Tiempo? ¿tiempo para qué?
-Tiempo para..
Arqueé las cejas algo confusa, sin dejar de mirarlo. Tanto misterio me ponía aun mas nerviosa.
-Suéltalo ya.
Me miró y suspiró. Seguía sin entender nada de lo que estaba pasando por su cabeza. Quizá me hubiera venido bien aprender a leer los pensamientos en momentos como estos... Mike cerró los ojos con fuerza, y yo desvié la mirada al suelo. Entonces volvió a mirarme y puso las manos a ambos lados de mi cara. Se acercó tan rápidamente que apenas pude reaccionar, y ocurrió: me besó, pero pronto se apartó. Lo miré confundida.
-¿Y esto que quiere decir, Mike?
Él suspiró.
-Te quiero.
-Claro que me quieres, soy tu mejor amiga.
Suspiró nuevamente y negó.
Me quedé callada, no sabía que decir.
-Bueno... ¿no dices nada?
-Yo...
Me miraba en silencio, arrepintiéndose de lo que acababa de hacer.
-Lo siento, no tendría que haberte dicho nada...
-Sí. Si tendrías porque...
Me miró enarcando una ceja confusa.
-Yo también te quiero.
Sonrió callado y miró a otro lado. Pude notar que se sonrojaba. Lo miré apretando la mandíbula.
-Serás estúpida.
-¿Perdón? ¿Y eso por qué?
-¿Por qué no me lo habías dicho antes?
-¿Y tú?
-Soy tu mejor amigo.
-¿Y? Yo tu mejor amiga.
-Sí, pero no mostrabas ningún tipo de interés en mi.
-¿Tendía que mostrarlo?
-Sí. Todas las chicas muestran un serio interés por mi, menos tú.
-No perdón. Todas las zorras de turno muestran un “serio” interés por ti, o las desesperadas, o las de “ay yo lo quiero todo y ese chico va a ser mio”, las superficiales, a las que no le importa nada más que el aspecto físico, no el corazón de un tio. Y yo no soy como esas payasas que no piensan en otra cosa que en llevar zapatos a juego o camisas que llamen la atención, maquillarse para estar “guapas” y en llamar la atención de todos los tíos buenos que vean.
-No te he comparado con ellas, se que tu no eres así. Pero tu sabes cada rollo que he tenido, y parecía no importarte, incluso me das consejos para ligarme a algunas o cuidarme de otras.
-Soy tu mejor amiga, es lo normal.
-Pero te mostrabas indiferente.
-Soy indiferente a tus rollos de los fines de semana Mike. No me tendría que importar, al fin y al cabo tu y yo solo somos amigos, ¿no?
Miró a un lado, no creo que mis palabras le hicieran mucha gracia.
-¿Sabes? Me gustas desde que empecé a descubrir ese tipo de sentimientos, pero nunca quise admitirlo.
-¿Admitirlo?
Me miró.
-No, no podía. A veces eres tan borde conmigo...
-No soy borde, soy realista Mike. Y tu últimamente te pasas el día hablando de ese tipo de estúpidas que no soporto. Entiendo que sea el prototipo que os mola a los tios, pero yo no lo veo así. No me gustan esas chicas, y tampoco me gusta que les des juego. Me jode ¿vale? Porque te quiero, porque lo que siento por ti no es solo amistad. Pero eres mi mejor amigo desde siempre, y la amistad es mas importante que todo lo que pudiese sentir. Además, sabes como soy, me..
Me calló con otro beso, esta vez más lento, más largo. Esta vez se lo seguí, me dejé llevar por él. Me encantaban cuando me callaban de esa forma. Después me sonrió.
-Te quiero.
Le sonreí.
-Y yo.
Sonrió nuevamente y se fue acercando a mi poco a poco hasta que sus labios se encontraron con los míos una vez más. Los dos nos fundimos en otro beso. Sentía como si... como si los dos solo fuéramos una sola persona, como si su lengua y la mía se compenetraran y se unieran en un ligero movimiento, como si solo latiera un corazón. Sentí como las mariposas de mi estómago se liberaban, a pesar de todo lo que me había costado dejarlas encerradas; como si un fuego quemara cada una de las partes de mi cuerpo desde mi boca hasta el corazón. Solo se oían las hojas de los árboles moviéndose con la leve brisa de aire, algún que otro pájaro cantando y revoloteando, y el sonido de nuestro labios: tan pegajoso, tan húmedo, tan nuestro.
-Hola- intervino una voz que a ambos nos resultaba familiar.
Dejamos de besarnos del susto y miramos al lugar del que provenía la voz: de encima de nuestras cabezas.
-¿Qué tal? Que pregunta, estáis muy bien los dos, ¿eeeh?-dijo Jeremy en un intento de hacerse el bromista.
Me sonrojé y desvié la mirada para que no pudieran verme.
-¿Pero qué...? ¿Qué cojones haces aquí Jeremy?
-Verás Mike, he ido a buscarte a tu casa, y como no estabas allí, supuse que estarías aquí. Lo que no pensaba es que estarías tan entretenido.
He de reconocer que me jodió que su escondite secreto no fuera secreto para Jeremy.
-Bueno, voy al grano. ¿Te vienes con las buenorras del otro día?
-¿Con quién?
-Las del sábado pasado, esas de la playa. También vendrá esa a la que le comiste las tetas. ¿Te acuerdas?
Enarqué las cejas y lo miré furiosa.
-Eso, ¿no te vas? Parece que te vas a divertir bastante Mike.
Mike suspiró y Jeremy... Jeremy simplemente parecía no entender nada.
-Me piro para que puedas irte con Jeremy a comerle las tetas a quien te salga de las pelotas- salí corriendo de allí.
No podía creerlo. Empezamos por que me muestra su “escondite secreto” , pero que claro, Jeremy lo conoce, y al saber cuantas zorras lo conocerían. A saber a cuantas putas se ha follado allí. Y luego seguimos con que me dice que me quiere, pero hace cosa de cuatro días estaba comiéndole las tetas a una puta en la playa.
-No, mierda. Elith espera.
Mike me siguió y me cogió de la muñeca.
-Suéltame.
-No, escuchame.
Me giré y le solté un guantazo. Inmediatamente me soltó y yo caminé a casa. Posiblemente Nikki estaba a punto de llegar.
-----------------------------(narrado por Mike)----------------------------------------------------
Miré como Elith se alejaba deprisa. La mejilla me escocía, sin duda esa era la bofetada que más me había dolido, literal y metafóricamente hablando.
-Waaoooh, menuda ostia te ha dado-comentó Jeremy riéndose.
La verdad es que Elith pegaba muy fuerte.
-¿Eres idiota?
-¿Cómo?- protestó Jeremy.
-Jota tio, acababa de decirle que me mola. Sabes lo mucho que me mola Elith joder..
-Jo, lo siento.
-¿Que lo sientes? Eres un puto cabrón. ¿Qué pasa si no vuelvo a hablar con ella? ¡Mañana se va a Estados Unidos, joder!
-¿Cómo que se va a Estados Unidos?y se tiene que ir allí. Y no volverá hasta el verano...
-Joder.. Lo siento tio, no pensaba que le hubieras dicho nada. Dijiste que no se lo dirías.
-Tio, nos estábamos besando. Era obvio que se lo había dicho.
-Podrías haberla seducido, como haces como todas las tias.
-Ella no se deja seducir.
-Es una tia, a todas les pone lo mismo.
-No compares a Elith con el resto.
Él rodó los ojos.
-¿Vienes o no?
-No se tio.
-Venga vente, que la morena nos invitará a mojitos gratis.
Negué un momento, pero total, Elith se había ido.
-Va, pero luego tienes que ayudarme con Elith.
Jeremy asintió y salimos de allí.
Cuando llegamos dónde Jota(apodo de Jeremy) había quedado con las chicas del otro día, apenas pude saludar cuando Laila se me tiró a los brazos.
-¡Mike! ¿Dónde te metiste el sábado? Desapareciste.
-Ya bueno, Laila verás, me fui a casa, estaba cansado- mentí.

martes, 26 de julio de 2011

Capítulo 7:

El despertador sonó,y lo apagué de inmediato. Bajé a la cocina medio dormida aún para beber un vaso de agua y mientras bebía alguien llamó al timbre. ¿Quién podrá ser a estas horas? Solo eran las 9:35. Me dirigí a la puerta y un segundo antes de abrir me miré en el espejo de la entrada. Menudas pintas: el pantaloncito del pijama blanco con topos rosas dejaba transparentarse mi culote negro, y la camiseta de tirantes del pijama me quedaba un poco corta, de modo que dejaba verse algo de mi tripita; y mi pelo rizado y revuelto, se notaba claramente que no me había peinado aun. <<Bah, no será nadie importante>> pensé, y me limité a abrir la puerta .
-Mierda...-dije por lo bajinis.
No podía ser. ¿Qué hacía él aquí? Esto tenía que ser un sueño, un mal sueño. ¿Que quién es?, ¿quién creéis? Mike estaba allí, sonriéndome como si nada, aunque algo sonrojado por verme con esas pintas. Me tapé como pude y me quedé mirándolo totalmente bloqueada, con los ojos abiertos como platos, sin saber que decir.
-Hola-dijo al fin, y sonrió.
-Ho-hola- tartamudeé.- ¿Qué haces aquí?
-Emm... Bueno e venido por que... Nikki me dijo anoche que mañana te vas...-bajó la mirada al suelo, parecía triste.
-Si, bueno...
Lo miré mordiéndome el labio, algo nerviosa.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Bueno,no quería... quería decíroslo esta tarde, cuando fuera a despedirme.
Parecía decepcionado. Por un momento volví a recordar mis pintas y agaché la mirada, sonrojándome.
-¿Qué te pasa?-me preguntó él.
-Pues que me has pillado con unas pintas- me sonrojé aun más, sin despegar la vista del suelo.
Se rió.
-No te rías, no tiene gracia. No pensaba que fueras tu...
-Eso está claro, pero...Estas preciosa-dijo con una sonrisa picarona, alegre y perfecta: como siempre.
Lo miré a los ojos y me puse aun mas colorada, tuve la sensación de que mi cara parecía una luz fluorescente de neón rojo. Volví a bajar la vista para abajo escondiéndome de sus ojos.
-¿Te has puesto colorada?
Negué sin mirarle, pero era evidente que eso me delataba aún mas.
Él se rió nuevamente. Nos quedamos un tiempo en silencio, mientras yo intentaba que mi cara regresara a la normalidad.
-¿Tienes algo que hacer?
Lo miré
-¿Ahora?
-Si.
-Pues, tendría que terminar las maletas....
-Jupe. ¿No te puedes escapar un ratito y venirte conmigo a dar una vuelta?- esa pregunta me sorprendió.
-¿Irme contigo?
-Sí, no pienso comerte, a pesar de que tal y como me has abierto la puerda me entren ganas de ello...
Me quedé cortada con ese comentario, y luego hice rodar mis ojos.
-Nunca cambiarás...
Decepcionada hice ademán de entrar en casa, pero él me cogió de la muñeca, reteniéndome.
-No, no te vallas. Era broma, perdón.
Me giré para mirarlo y asentí.
-Ven conmigo.
-No.
-¿Por qué?
-En primer lugar estoy sin vestir, sin peinar, es decir, que no puedo salir a la calle.
-Ahora mismo estás en la calle ¿no?
Suspiré.
-Perdón.
-¿Puedo continuar?
Asintió.
-Y en segundo lugar, tengo cosas que hacer.
-Las haces después.
Lo miré e intenté poner otra escusa.
-No aceptaré un no, y lo sabes.
Suspiré de nuevo.
-Si voy ¿te quedarás tranquilo?
Asintió con una sonrisa.
-Pues tienes que esperar a que me cambie.
Rió.
-Esperaré lo que necesites.
Volvió a sonreír una vez más. Yo también le sonreí y le invité a pasar a casa. Me siguió hasta mi habitación, No podía dejar que se quedara en el salón, si mamá se despertaba sospecharía algo raro, y no quería que creyera nada extraño. Entró y se quedó en la puerta mirando todos los rincones de mi habitación. Yo cerré la puerta con cuidado para que mis padres no se despertaran.
-Siéntate si quieres- le dije sonriente y me limité a coger la ropa que me pondría todo lo deprisa que pude.
-Valla...-dijo de repente. Entonces dejé de coger cosas y lo miré extrañada.
-¿Qué?
-Pues... Nunca había estado en la habitación de una chica con ella prácticamente en ropa interior, escapando sigilosamente de los oídos de sus padres.
Me puse colorada de nuevo. Él se levanto y se acercó a mi poco a poco.
-Y la chica nunca había estado tan guapa, ni se había sonrojado cuando la miraba-dijo mientras me retiraba el pelo alborotado de la cara.
Lo miré a los ojos. No tenía palabras. Me volvía loca. Él también me miraba a los ojos . Apoyó su frente en mi cabeza y sentí como su mano derecha acariciaba mi brazo hasta agarrar mi mano y como sus dedos se entrelazaban con los míos. Fue un momento... diferente. Ninguno dijimos nada, simplemente nos limitamos a sonreír. Entonces pareció acercarse mientras acariciaba mi mejilla. Cada segundo un poco mas, y un poco más. Tuve miedo y me aparté un poco.
-Voy a vestirme.
Me soltó la mano para ir a sentarse en la cama de nuevo. Parecía disgustado por mi rechazo.
-Eres... tan tú-suspiró con la vista fija en el suelo.- Voy a echarte mucho de menos.
-Aún no me voy, me queda todo el día.
-Es demasiado poco para...- se quedó callado.
-¿Para...?
-Para despedirnos como es debido. Deberíamos haberte echo una fiesta o algo.
-¿Una fiesta? Nah, paso de fiestas de despedida. Además ya todos saben que me iría, y que cuando acabe el curso volveré.
-No, todos creíamos que te ibas a Madrid, y que vendrías los fines de semana.
-Pero las cosas han cambiado.
-Pues odio que cambien, eres mi mejor amiga, ¿qué haré yo contigo tan lejos?
-Pues seguir a tu royo, como haréis todos.
-No es tan fácil como parece. Su supieras lo que me pasa no lo verías así de simple.
-Y ¿qué te pasa?
Me miró y negó.
-Nada, da igual.
-Allá tu.
Me encerré en el cuarto de baño y me vestí. Me puse una camiseta roja lisa; unos pitillos vaqueros, y unas converse rojas, Me lavé la cara para quitarme los restos de la raya del día anterior. Me hice un recogido en el pelo, la raya y me eché un poco de colonia antes de salir del baño. Mike se me quedó mirando.
-¿Qué miras?-dije.
-Que poco has tardado.
-¿Qué crees que necesito tres horas para maquillarme? Yo no me echo tres kilos de maquillaje en la cara como tus chicas ¿sabes?
-Sí, lo sé. Por eso siempre estás más guapa.
Se levantó y salió por la puerta de mi habitación. Bajó las escaleras, y yo lo seguí despacio.
-Hola-saludó Mike.
Mierda, era mi padre.
-Valla, hola-contestó este con cara de pocos amigos.
-Hola papá.
-¿Qué hace aquí Michael?Es muy temprano para visitas...
-Verá, he venido temprano para ver si Elizabeth estaba despierta y podemos dar una vuelta antes de que se valla. Pensé que tendría que terminar las maletas y no podríamos despedirnos. Por ese motivo he venido tan temprano-dijo él educadamente.
Mi padre asintió.
-Bien, en ese caso iros ya que se os va a hacer tarde.
-Claro papá, adiós.
Lo besé en la mejilla y él me sonrió.
-Adiós-dijo él mientras yo empujaba a Mike hasta la puerta y nos alejábamos de la cocina.
Cogí mis llaves y cerré la puerta.
Paseamos un rato en silencio. Parecía que él me quería decir algo ya que no paraba de dirigirse a mi como para hablar, aunque nunca decía nada. Yo no era capaz de preguntarle. La verdad es que me comportaba muy borde con él de vez en cuando.
-Quiero llevarte a un sitio- soltó por fin.
-¿ A dónde?
-Es una sorpresa. ¿Quieres venir?-me preguntó nervioso pero sin borrar la adorable sonrisa de su cara.
-Claro.
Hubo otro intervalo largo de absoluto silencio. Aquello me mataba, pero soy demasiado vergonzosa como para sacar algún tema, al menos con él. Aun así me sentía muy a gusto con él cerca de mí, los dos solos. Sin duda este era el momento perfecto para decírselo, pero no sabía como hacerlo. Tenía miedo de parecer una estúpida.
Al final llegamos a un parque cerca de su casa. Atravesamos varios arbustos y llegamos al sitio que él quería enseñarme.
-¿Et voila!
No pude evitar alucinar al ver el pequeño sitio en el que estábamos. Todo lleno de pétalos por todas partes y un cartel qe decía “ TE ECHARÉ DE MENOS”. Se me escaparon unas lagrimas de sorpresa.
-Valla...
-Eh, ¿por qué lloras? ¿No te gusta? Si quieres nos vamos....
-No, me he emocionado. Es precioso. ¿Dónde estamos realmente?
-En mi escondite “secreto”- dijo sonriendo.
-Valla... gracias por enseñármelo-sonreí.
-De nada.... aunque yo realmente quería traerte aquí porque...
-¿ Por qué?
-Verás...
Fruncí el ceño. No sabía qué era lo que me quería decir, pero parecía importarle mucho.
-¿Qué pasa Mike?
Se sentó, y yo me senté a su lado-
-Pues que quiero decirte que....