Te veo :)


jueves, 18 de agosto de 2011

Capítulo 16:


Una brisa fría me chocaba en la cara, cada vez la sentía más y más fría. Mis labios empezaron a secarse y tenia demasiado frió. Por desgracia desperté. El aire acondicionado me daba en la cara. Aquí tenia mi misteriosa brisa. Bajé la velocidad del aire y me reincorporé en el asiento. Eran las nueve. Había dormido casi tres horas muy confortables. Y la verdad, volvería a dormirme. Miré a Adam. Estaba leyendo un libro. Me miró.
-Por fin despiertas.
-No he dormido tanto.
-Si que lo has echo.
-¿Quieres que me tire un bueno de tantas horas sin dormir?
-No, pero podrías haber dormido a las 11 o 12 como todo el mundo.
-Oh perdón, no sabía que los aviones tenían horarios para dormir.
-Pues si, los tienen.
Suspiré.
-Nunca habías montado en avión, ¿verdad?
-Nunca.
Se rió.
-¿Qué tiene de gracia?
-Ninguna.
-¿Entonces por qué te ríes?
-¿Por qué haces tantas preguntas?
-¿Por qué no te limitas a contestarlas?
Sonrió y retomó la lectura de su libro.
-Oye, contestame.
-No tengo por qué.
Suspiré.
-Cierto.
Sonrió sin mirarme y continuó leyendo.
-¿Qué lees?
Sentí curiosidad.
-Un libro.
-Anda, ¿de verdad?
-Si, de verdad.
-¿Y de qué es el libro?
-De papel.
Estaba empezando a tocarme la moral.
-¿Enserio?
-¿En qué momento ves que esté de broma?
Suspiré e intenté relajarme.
-¿Qué libro es?
-El que tengo entre las manos.
El colmo.
-¿Intentas cabrearme?
Se rió.
-Contesta.
-Estoy leyendo.
-Para de hacer eso.
-¿El qué? no hago nada.
-Para de hacer eso.
-¿De leer? No que está interesante.
-Ya me has cabreado, trae acá.
Le quité el libro.
-Devuélvemelo.
-No.
Leí el titulo.
-Química Perfecta.
-Sí, ¿me lo devuelves ya?
-No.
Lo miré.
-¿De qué va?
-¿Te gusta A tres metros sobre el cielo?
-Si.
-Parecido, pero mejor.
-¿Para qué lees algo parecido?
-Ya lo he dicho, es mejor.
-Valla.
-¿Me lo devuelves ya?
-No.
-Por favor.
-No.
-Elith.
-Mira si te acuerdas de mi nombre.
-¿Como iba a olvidarlo?
-Olvidándolo.
-Devuélveme el libro.
-Dime de qué cojones te reías antes.
-Que vocabulario.
-Eso no era.
-¿Y tú que sabes?
-Simplemente lo se.
-Lo dudo.
-¿Por qué?
-No pareces suficientemente espabilada.
Solté una carcajada desganada.
-¿Me estás llamando tonta?
-No, simplemente poco espabilada.
-Es lo mismo.
-Puede, pero tonta es más vulgar.
-¿Llamas vulgar a mi vocabulario?
-Puede.
-Te estás poniendo insoportable.
-Y tú pesada.
-¿Perdona?
-Disculpa aceptada.
-Ya me cansé, haz lo que te de la gana, pero no pienso devolverte el libro.
-Siempre hago lo que me da la gana. ¿Me lo devuelves?
-No se.
-¿No sabes?
-Pregúntale a la señora de atrás.
-¿A la señora de atrás? ¿Por qué?
Me giré y miré a la señora de la butaca justo detrás de mi.
-Perdone señora, ¿le gusta leer?
-Si, ¿por qué?
-Entonces perfecto. Tome.
Le entregué el libro.
-Es un regalo de mi amigo, dice que está muy bien.
Me senté de nuevo mientras Adam reía desganado.
-¿Qué has echo?
-Contestar a tu pregunta.
-Es uno de mis libros favoritos, es la quita vez que lo leía.
-Así te sabes el final.
Adam se giró.
-Perdone señora, ¿puede devolverme mi libro? Mi “amiga” no me consultó, y es muy importante para mi.
La señora se rió.
-Tome joven.
Pude oír como después le decía a su marido:
-Ais, estos jóvenes de hoy en día, me recuerdan mucho a nuestra juventud.
Bueno al menos la señora había resultado contenta, a pesar de que Adam le quitara su regalo.
Miré a Adam. Este me miraba con la boca abierta, sin saber que decir.
-¿Qué?
-Eso no me lo esperaba.
-Contaba con ello.
-¿Cómo has podido?
-No haberme tocado la moral.
-Estaba de broma.
-Y yo.
-Dale mi libro a una señora no tiene gracia.
-Nunca sabes que puede pasarme por la cabeza.
Se rió.
-¿De qué te ríes ahora?
-De nada.
-Claro.
-Antes me reía porque..
-¿Por qué...?
-Me encanta ser tu primera “pareja” de avión.
Sonreí.
-¿Y ahora por que te ríes?
-Me encanta no saber que se te puede pasar por la cabeza en cada momento.
Me reí.
-A mi también.
-¿A ti también qué? ¿Que te encanta que sea tu primera pareja de viaje, o que te encanta que no sepa que se te pasa por la cabeza en cada momento?
Me reí.
-¿De qué te ríes?
-Dejalo en a mi también.
Sonrió.
-¿Me dejarás el libro alguna vez?
-¿Para que se lo des a señoras desconocidas? No.
Me reí.
-Para leerlo y devolvértelo.
-Mmm... quizá, siendo así, me lo piense.
-Oh.
-¿Pero cómo sé que me puedo fiar de ti?
-Soy Elith.
-Eso ya lo sabía.
-Siempre cumplo lo que digo.
-No sé, tendré que comprobarlo.
Ambos reímos. Después Adam se quedó mirándome y sonrió. Yo también le sonreí. Tenía una sonrisa preciosa, brillante, perfecta, atractiva, blanca, bonita, maravillosa. Sí, era más bonita que la de Mike, aunque particularmente no me apetecía comparar. Para mi Mike seguía siendo mi mejor amigo, y el chico del que siempre he estado enamorada, por lo cual su sonrisa siempre sería la que más me gustara. Pero la de Adam era... Era, simplemente.

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